Vistas de página en total

sábado, 31 de marzo de 2018

Siempre pensé que no eras más que una idea, que no eras real, que te habías cruzado de un recuerdo a otro en mi mente.

Ya no quedan luciérnagas soñando con apagarse porque todas se han enamorado alguna vez, y han perdido tanta, tanta luz, que ahora las mariposas al verte sienten luciérnagas parpadeando en su estómago. Me enamoré y comprendí la excusa que usé mil veces sin entender ni de lo primero ni de lo segundo: amor al arte; lo suyo era exposición, galería y un millón de puntos de vista. Una noche me di cuenta de que estaba enamorada de ti, desde la primera vez que no te vi llegar a la hora del eclipse mi boca-tu boca. Intenté vomitar las mariposas, y toda la gente brindó por nosotros, por la media hora y los tres cuartos de luna. Desde el primer día quise ser su protagonista: bibliotecaria de día, musa funambulista entre tus piernas de noche y que tú te enamoraras de mí. Ser el primer amor de tu séptima vida. ¿Cómo alguien puede amar volar cuando tú tienes los pies en el suelo? Nadie necesita alas teniendo tus manos.