Es duro ver como todas esa gente tienen a pocos metros de ellos a esa persona a la que le tanto quieren, ver como muchos no dan ese aprecio aun dándoles todo. Me duele saber que, cuando quieran, puedan coger y salir de casa un día cualquiera y verse en pocos minutos, que no aprecien eso. Es duro verlo, conocerlo, y saber que yo no tengo esa suerte. Que para poder estar unas míseras horas con él tenga que recorrer kilómetros, tragarme horas de buses y unas cuantas caminatas. Que para poder pasar una tarde de cine tenga que hacer números para que coincidan todos los horarios. Que tenga que calcular las horas para poder estar lista, tener que correr para llegar a tiempo a un autobús para que no me reste tiempo. Pero la parte buena de todo esto es que en vez de estar horas, me permitan disfrutar días enteros abrazándolo, disfrutar al máximo cada segundo porque sé que tengo un tiempo limitado, que pasarán días después del último beso hasta volver a ver esa sonrisa delante de mis ojos. Me encantaría que todas esas personas que no tienen que vivir todo esto disfrutaran igualmente de cada mínimo segundo, que aprecien cada detalle como lo hacemos los que no podemos saborear esa suerte cada día. Nunca sabéis cual será el último te quiero, ni el último abrazo o la ultima sonrisa. Hasta que te falta, no sabes cuan grande es el vacío que se te queda, ni lo realmente feliz que te hace. Pero por muy pequeña que sea la distancia, ojalá la magia jamás desaparezca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario