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martes, 27 de mayo de 2014

#Confesión Nº1.

Nunca pensé que una persona por la que daría la vida me pudiera decepcionar tanto. Tantos años superando baches, contratiempos, no valieron de nada. Todos pasamos una etapa de tupida niebla en la que nada nos importa y nada nos parece malo. Pensaba que cuando me dijo que necesitaba salir de ese callejón era por mi, y una vez más me equivoqué. El egoísmo, el ansia de su propia felicidad ya era parte de su persona, pero cada vez ese ansia era mayor.. Por mucho que quisiera frenarlo era algo sin sentido, era su naturaleza y tarde o temprano, por mucho que hiciera, siempre iría a más. Hiciera lo que hiciera era inútil, cuando alguien es egoísta, egocéntrico e hipócrita a su vez, no hay nada que hacer. No puedes obligar a nadie a ser en contra de su propia naturaleza, si puedes ayudar a que luche contra ella. Pero cuando alguien no ve más allá de su propio beneficio, la razón se esfuma. Nadie es perfecto, yo mucho menos: soy sabionda y se que no es algo muy agradable muchas veces; sé que tener el autoestima por los suelos muchas veces resulta desquiciante; ser impaciente siempre es malo; y ser cerrada también; ser chillona me hace ser muchas veces maleducada en casa; siendo demasiado sincera por momentos y por otros mentirosa es horrible; y muchos defectos más y que quien me conoce los sabe. Pero sé que el egoísmo, la hipocresía y el egocentrismo no son ninguno de ellos. También sé que algo que me caracteriza es que sé escuchar, lo doy todo por quien me importa, me gusta hacer reír y sonreír porque me hace sentir feliz.. Soy luchadora, pero también sé cuando hay que dejar de esforzarse por algo que es inútil arreglar. Desde hace demasiado he abandonado esta batalla que por muchas veces que pareciera verse la paz era sólo una ilusión que tarde o temprano acabó siendo indiferente.

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