Casi había pasado una hora, tal vez más, o tal vez solo unos minutos
cuando nuestras miradas se encontraron. De repente el mundo dejó de
existir como yo lo conocía y todo adquirió un tono mucho más
brillante. Incluso por una vez el tiempo frenó en su ritmo inexorable.
Tenías un color dulce que traspasó mi estómago con la fuerza de
cien huracanes; y todo lo que había desaparecido empezó a existir de
nuevo. Nuestras sombras se fueron acercando para empezar con el
baile de luces. Tintaron el ambiente de un color escarlata cediendo su
sitio a nuestras miradas. Olías como las noches de luna llena,
interminables y eléctricas, y tu sabor.. Sabías a cuando dejas de pensar
y te dejas llevar.
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