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miércoles, 21 de septiembre de 2016

51.9 km.

¿Será normal que al segundo de despedirme de él lo único que quiera es dar vuelta y no soltarlo jamás? Posiblemente suene posesivo, obsesivo o cualquier adjetivo terminado en "-ivo". Realmente no tengo ni idea, lo único que sé es que me pasa. Estemos a 51.9 kilómetros, a 500 metros, a 10 centímetros o a 1 milímetro, sea cual sea la distancia mi cabeza no lo olvida, siempre está dando vueltas por ella. En ningún momento dejo de echarlo de menos, incluso mientras duermo a su lado. Ese momento en el que, entre mini sueños, estoy al acecho para sentirlo despertar, que me abrace y oír su voz para darme los "buenos días". Creo que después de verlo sonreír, dormir abrazada a él es lo más maravilloso que me dio la vida. Seré una acosadora de la mayor alegría de mi vida, pero cuando algo te hace feliz no quieres tener que extrañar los momentos. Y ser así es parte de estar jodidamente loca por alguien.

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